Segundo destino de la era "Recién Viajados": Marruecos

martes, 23 de octubre de 2012

Pues sí, apenas hace unos días que concluimos el diario de nuestra luna de miel y ya nos vamos de nuevo.

Esta vez el destino elegido es Marruecos. La verdad es que es la segunda vez que vamos, pero la primera fue una escapada exprés a Saïdia en la que apenas pudimos ver gran cosa. Ya os la contaremos en otro post.

Total, que sí tenemos sello de Marruecos en nuestros pasaportes, pero ahora lo vamos a conocer bastante mejor.

La ruta está condicionada por el medio de transporte. Esta vez vamos en coche por nuestra cuenta. Tenemos familiares en Melilla y salimos desde allí con ellos.

La ruta la hemos hecho a nuestra medida porque, sobre todo, estamos interesados en ir al desierto. Después de muchas recomendaciones por parte de gente que ya ha estado por allí varias veces, la ruta va a ser esta:
- Dos noches en Merzouga para ver el desierto
- Una noche en la Garganta de Toldra
- Una noche en Meknes
- Último día en Fez

Pensamos aprovechar el tiempo al máximo, así que no se descartan excursiones en camello, rutas en 4x4, visitas guiadas a la medina de Fez, a las ruinas de Volubilis y otras que vayan surgiendo.

Estamos en plena fase de preparación de nuestra adorada y utilísima guía DIY conforme nos vamos poniendo de acuerdo en los lugares a visitar y el alojamiento. Cuando lo tengamos todo, os lo contaremos.

Hasta pronto

Imprimir

De diarios y otros posts

lunes, 22 de octubre de 2012

Ya hemos concluido el relato de nuestra luna de miel. Como éste era un viaje especial y con el que empezábamos la llamada era "Recién Viajados", nos hemos explayado más y lo hemos relatado a modo de diario.

Sabemos que de esta manera es bastante tedioso, así que en adelante iremos contando nuestros próximos destinos cuando estén en fase de preparación (de elaboración de guías caseras, vamos) y luego haremos posts sobre lugares, excursiones o diferentes aspectos y cuestiones que nos parezcan interesantes.

También haremos retrospectiva sobre sitios en los que hayamos estado, dando información útil o algún consejillo para los que vayáis a ir, objetivo último de este blog, compartir nuestra experiencia con otros viajeros en agradecimiento a lo que nos han ayudado otros viajeros blogueros.

Establecida ya nuestra política blogueril, os dejo hasta el próximo post.

Saludos

Imprimir

Luna de miel Polinesia-Costa Oeste: Los Ángeles

domingo, 21 de octubre de 2012

Por la mañana salía nuestro vuelo a Los Ángeles. Al llegar al aeropuerto, nos recogieron y nos llevaron a nuestro hotel, el mítico Millenium Biltmore. Allí es donde se celebraron las primeras ceremonias de los Óscars y conserva todo el encanto. Las habitaciones no son muy modernas, pero los salones y los espacios comunes son impresionantes.



No teníamos muy claro cómo empezar nuestra ruta de un sólo día por Los Ángeles. La ciudad es enorme y es difícil situarse nada más llegar. Nosotros estábamos en el Downtown, así que cogimos el metro hasta Hollywood. Allí nada más bajarnos, ya estábamos caminando por el paseo de la fama.


Al poco de andar nos tropezamos con el teatro chino.


Estuvimos por allí curioseando y viendo las huellas de los famosos. Luego entramos a un centro comercial que está al lado y desde el que se puede ver el cartel de Hollywood si subes a la terraza.

Seguimos paseando por allí y poco más nos quedaba que hacer. La verdad es que decepciona un poco. Es todo como de cartón piedra, masificado de turistas y con poco que ver. De allí fuimos andando (¡error!) hacia Sunset Bulevard y luego hacia Melrose. Otra paliza de andar por nuestra reticencia a coger medios de transporte, jaja. De camino poco había que ver. Como te salgas de las zonas turísticas sólo ves naves industriales, descampados y lavaderos de coches, muy bonito.

Menos mal que de camino nos encontramos con un sitio de perritos que nos habían recomendado, el Pink's Hot Dogs. Decían que eran los mejores perritos de L.A. Yo añado que son los mejores perritos que he probado. La cola daba la vuelta al local, pero mereció la pena la espera.


El local es modestito, pero está lleno de fotos de famosos. Por allí se paseaba la dueña toda vestida de rosa, con un bolso de mano con forma de perrito, jaja.


Había mil tipos de perritos, era imposible decidirse. Optamos por los más light ;)


Los hot dogs fueron lo mejor de Los Ángeles, jaja. El resto nos decepcionó.

Después de comer estuvimos paseando por Melrose. Intentamos coger un bus para ir a Beverly Hills, pero era domingo y por allí no aparecía ni el gato. Tuvimos que coger un taxi que nos dejó cerca de Rodeo Drive.


Dimos una vuelta alucinando con lo que hay por ahí. Pasan a cada rato los autobuses y los tours llenos de gente como descosidos haciendo fotos a las tiendas de firmas. ¡Una locura!

Al cabo de un rato, como no había gran cosa que ver y estábamos muertos, decidimos que nuestro día en L.A. ya había acabado. Logramos pillar un bus y nos volvimos al hotel. No sé cuántas horas seguidas dormimos, pero fueron muchas.

Al día siguiente nos levantamos, desayunamos, preparamos las maletas y nos fuimos al aeropuerto. Nuestro viaje de novios había terminado. Ohhhhhhhhhhhhhhhhh



¡Hasta la próxima!





Imprimir

Luna de miel Polinesia-Costa Oeste: Las Vegas II

viernes, 19 de octubre de 2012

Eran todavía como las 11 cuando llegamos a Las Vegas (madrugar tiene sus ventajas), así que nos fuimos a la calle a por el siguiente objetivo: queríamos ver el famoso cartel de entrada a la ciudad.

Le preguntamos al conductor de The Deuce cómo podíamos llegar, y nos indicó la última parada dentro del Strip y lo que teníamos que caminar hasta encontarlo. Realmente no era mucho, unos diez o quince minutos, pero teníamos que andar por la carretera a pleno sol y hacía un calor para freir huevos en el asfalto.

Por fin llegamos y había hasta cola para hacerse fotos. Tuvimos que esperar y la conseguimos:


La vuelta fue peor aún porque pasó bastante rato hasta que apareció un bus. ¡Qué calor!

Decidimos ir a continuación a Freemont Street. Freemont era la calle principal de Las Vegas cuando comenzó a hacerse popular. Luego la actividad se desplazó hasta el Strip, así que se quedó algo olvidada. Ahora la han cubierto con pantallas enormes y parece un centro comercial al aire libre. Dentro también hay hoteles y casinos, y está el famoso cartel del vaquero.


Estuvimos comiendo en el buffet de un hotel y reunía todos los topicazos respecto a los norteamericanos. Familias enteras de obesos con platos enormes hasta arriba zampaban sin ningún escrúpulo. Y nosotros también, para qué vamos a engañarnos...

Después estuvimos jugando de nuevo a la ruleta en otro sitio, y esta vez nos fue algo mejor. Recuperamos lo que habíamos perdido el día anterior y ganamos algo.

Poco más tarde nos fuimos al hotel a echarnos una siesta, habíamos dormido muy poco.

Por la noche fuimos a la torre Stratosphere. Estábamos deseando subir y montarnos en alguna de las atracciones que tiene arriba. Las vistas son una pasada.


De las atracciones, la más alucinante es el Skyjump, tipo puenting pero saltando desde lo alto de la torre. Nosotros vimos saltar a un chico y es increíble. Con esa no nos atrevimos.

Luego están el Insanity, que es como un carrusel que gira fuera de la torre, el Big Shot, que es de caída libre y el X-Scream que es como una montaña rusa que te saca fuera de la torre. Nos montamos en el X-Scream y nos decepcionó un poco. Estaba guay, pero esperábamos más, la verdad. Es este:


De vuelta seguimos con nuestra ruta por los hoteles. El Caesar's Palace es una horterada digna de mención. Al Luxor no fuimos, pero tiene toda la pinta de que también.

El que nos gustó algo más dentro de que también es un poco heavy fue el The Venetian. Tiene hasta un canal que bordea el hotel y entra dentro. Esto es parte de la zona de tiendas:


Cuando íbamos en el bus vimos de pasada el espectáculo del volcán del hotel Mirage, pero ya no nos quedamos para el próximo, era muy tarde.

Aquí acababa nuestro último día en Las Vegas.

Imprimir

Luna de miel Polinesia-Costa Oeste: El Cañón del Colorado

jueves, 18 de octubre de 2012

Despertamos este día de madrugada porque teníamos la excursión al Gran Cañón del Colorado. La compañía que organizaba la excursión venía a recogernos al hotel a las 5 de la madrugada o algo así. El calor era casi el mismo que doce horas antes.

Cuando decidimos ir a Las Vegas teníamos clarísimo que queríamos visitar el Gran Cañón del Colorado. Lo que no sabíamos exactamente era qué tipo de excursión contratar. Llegamos a plantearnos alquilarnos un coche en Las Vegas para ir y volver en el día, pero el camino eran unas seis horas y nos parecía una paliza innecesaria.

Nos recomendaron la compañía Papillon, que fue donde finalmente contratamos la excursión. Hay tours para todos los gustos, en bus, en avioneta, en helicóptero, al atardecer, combinado con Las Vegas, de todo. Nosotros elegimos el más popular, el Grand Celebration. El bus lo descartamos de entrada, y la avioneta era un quiero y no puedo, porque por las ventanillas tampoco se ve mucho. El helicóptero era la mejor opción y, proporcionalmente, no salía demasiado caro.

Desde luego, fue la mejor decisión que pudimos tomar. Nos llevaron en bus hasta un aeródromo apartado de Las Vegas. Allí nos dieron algo de formación sobre seguridad en helicópteros e hicieron los grupos. Nos tocó con una familia de franceses. El piloto se presentó y lo acompañamos al helicóptero. La verdad es que fue un encanto y nos explicó muchísimas cosas durante el viaje. El rojo era el nuestro:


Tuvimos muchísima suerte porque en el reparto, nos tocó delante, al lado del piloto y en la ventanilla. Se veía todo perfectamente y podíamos observar todo el panel de mandos.


La excursión consistía en un vuelo de una media hora hasta el Cañón del Colorado, una parada bajando al interior donde nos darían un picnic de desayuno, y la vuelta al aeródromo.

Era nuestra primera vez en helicóptero y pensábamos que iba a impresionarnos más el despegue, pero para nada, subió muy suave, sin sobresaltos.

Mientras amanecía, pasamos por encima de lagos y volcanes extintos y vimos la presa Hoover. Después seguimos hacia el Cañón. Por muchas fotos que ponga, no os podréis hacer una idea aproximada de lo que contemplábamos. Era absolutamente espectacular, una de las cosas más bonitas que he visto nunca.




Por fin entrábamos en el Cañón:


Cuando estábamos ahí arriba nos dimos cuenta de lo limitadas que son las visitas en coche o bus, ya que sobrevolamos los dos puntos donde se puede parar. Ahí está Guano Point:


Y ahí está el Skywalk, el pasillo de suelo transparente que se proyecta por encima del precipicio:


Poco después empezamos a descender dentro del cañón. Impresionante.


Y aquí aterrizamos:


Era increíble estar allí abajo y contemplar el río de cerca y las inmesas paredes que nos rodeaban. La vegetación era muy particular, con todo tipo de cactus y plantas adaptadas al calor y a la falta de humedad. Eran como las 8 de la mañana. El piloto nos dijo que a mediodía se podían alcanzar 50 grados.

Estuvimos una media hora, lo justo para comer algo y hacer fotos. No nos queríamos ir.

A la vuelta sobrevolamos varios poblados indios y el piloto nos contó leyendas de cómo ellos explicaban la formación del cañón. No eras consciente de la altura a la que estábamos hasta que no veías abajo alguna referencia a escala humana:


La excursión estaba tocando a su fin y no queríamos que acabase. Había sido sencillamente maravillosa.


Imprimir

Luna de miel Polinesia-Costa Oeste: Las Vegas I

miércoles, 17 de octubre de 2012

La última mañana en San Francisco poco pudimos hacer más que desayunar y esperar el transporte que nos llevaría al aeropuerto.

El vuelo a Las Vegas no fue muy largo y las vistas eran preciosas. Nada más bajarte en el avión ya te das cuenta de dónde estás: ¡Hay tragaperras en la terminal! Todo está lleno. Además del conocido lema de la ciudad:


La verdad es que íbamos como los catetos en la capital, con la boca abierta mirando todo. En la zona de cintas de recogida de equipaje, la gente esperaba sentados en las tragaperras, muy entretenido, jaja. Lo más gracioso es que para salir, había indicaciones para taxis, bus y ¡limusinas!, como si fuera lo más normal del mundo.

Nos recogieron y nos llevaron al hotel. El aeropuerto está prácticamente al lado de la ciudad. El primer paseo desde el bus mientras repartíamos gente de hotel en hotel fue muy chulo, no sabíamos a dónde mirar. Nos dejaron los penúltimos, después de haber dado vueltas por todo el Strip (la calle principal de Las Vegas, donde están los hoteles más conocidos).

Nuestro hotel era el Monte Carlo, y sin ser de los más grandes, era espectacular. Nunca había visto un mostrador de recepción tan grande ni con tantísima gente y colas. Parecían los mostradores de facturación de las compañías aéreas. Dentro podías perderte en un laberinto de tiendas y ascensores. Finalmente llegamos a nuestra habitación y estas eran las vistas:


Acto seguido nos bajamos a investigar el hotel. Dentro tenía el consabido casino donde no sé sabe qué hora del día es y tampoco creo que importe. Restaurantes de todo tipo, Mc Donald's, Starbuck's, un centro comercial, una piscina de olas con un DJ pinchando, de todo, en resumen. Picamos algo y subimos a cambiarnos.

Cuando salimos a la calle el calor nos dio un bofetón que casi nos tumba. Eran las 5 de la tarde y podíamos estar a 45 grados tranquilamente. Era un calor seco que casi se palpaba, salía del suelo y de todas partes. Lo más curioso es que apenas baja la temperatura de noche y de madrugada, es agobiante. Reconozco que estábamos en agosto, pero era increíble.

La forma más cómoda de andar por Las Vegas es con el bus The Deuce, que recorre el Strip en los dos sentidos y llega hasta Freemont St. Lo mejor es comprarse el pase para todo el día (o varios, dependiendo de los que vayáis a estar); el diario vale unos 7$ y se puede comprar al mismo conductor. Es muy cómodo y práctico. Hay dos, uno de dos pisos que es el que más frecuenta el Strip, y otro con menos paradas que llega un poco más allá. El problema es que el tráfico suele ser caótico, sobre todo los fines de semana, y puedes echarte un buen rato apretujado dentro; pero al menos, hay aire acondicionado y, creedme, se agradece mucho.

No obstante, esa primera tarde nosotros no cogimos el bus porque queríamos verlo todo a pie a pesar de la temperatura. La primera parada fue el hotel New York, New York, que lo teníamos justo al lado. En la fachada, el puente de Brooklyn y la estatua de la libertad. Dentro todo era una reproducción de las zonas más conocidas de la ciudad a escala. Era curioso y no tan hortera como yo imaginaba y eso que estábamos en la capital mundial de las horteradas.


Después fuimos directamente al hotel Bellagio, el más espectacular. No nos defraudó el interior, era una pasada. Esto era el techo del hall.


Y esto parte del interior:




La decoración era muy alegre y colorida. Lo cierto es que el hotel era muy bonito y el casino, el más grande que vimos. Allí aprovechamos y nos estrenamos con el juego. Jugamos (y perdimos) a la ruleta, menos mal que no mucho...

A la salida estuvimos esperando para ver el famoso espectáculo de las fuentes, pero nos decepcionó un poco. Es bonito, pero esperábamos que fuera más largo, porque sólo ponían una canción cada vez.


Después fuimos al hotel París, a mi parecer, el más bonito. Aquí se ve la fachada:


El entretenimiento en Las Vegas es ir de hotel en hotel visitándolos por dentro. Hay muchos que merecen realemente la pena. La entrada es libre y dentro puedes ir al casino o alguno de los muchos restaurantes o tiendas que contienen.

Evidentemente, en Las Vegas hay mucha más oferta de entretenimiento. Cada hotel tiene varios espectáculos en cartel, los hay para todos los gustos: conciertos, musicales, teatros, magia, etc. Y para los amantes del Circo del Sol, hay como cuatro espectáculos en cartel, algunos exclusivos de la ciudad.

Por ser nuestra primera noche allí, aprovechamos para pasear y pasear, no te aburres aunque sí te cansas, es inmenso y las distancias engañan.

En este primer día allí pasé por dos estados de ánimo: nada más salir a la calle y empezar a ver cosas estaba emocionada, quería verlo todo y todo me atraía; estaba nerviosa. No obstante, cuando van pasando las horas empiezas a saturarte de luces, gente, ruido y acabas pensando que todo es excesivo y que necesitas un descanso.

De todas formas, mi conclusión es que es un sitio que merece la pena ir a visitar. Conozco a mucha gente que no le atrae en absoluto, pero creo que es una experiencia que hay que vivir. No creo que haya en el mundo ningún sitio igual, lo veas por el lado bueno, o por el malo.








Imprimir

Luna de miel Polinesia-Costa Oeste: San Francisco

martes, 16 de octubre de 2012

Teníamos un día más completo en San Francisco, porque al día siguiente tempranito salíamos para Las Vegas.

Por la mañana cogimos un bus y fuimos a visitar el Palacio de Bellas Artes de San Francisco. Se construyó como pabellón de la exposición internacional Panamá-Pacific, que se celebró en San Francisco en 1915 con motivo de la inauguración del canal de Panamá. Lo que pasó es que los ciudadanos de San Francisco se enamoraron de él y, cuando concluyó la exposición, no quisieron que se derribara. El problema está en que los materiales eran poco sólidos, ya que no estaba hecho para durar. Se decidió reconstruirlo entero con hormigón y el mismo aspecto de antes, para que pudiera disfrutarse durante mucho tiempo. Es realmente bonito.


Seguramente a algunos os sonará este sitio porque creo recordar que aparece en "La Roca", cuando Sean Connery queda con su hija para hablar.

Después paseamos hasta Presidio, para asomarnos desde otra perspectiva a ver el Golden Gate, pero se ve que no era nuestro día. Estaba cubierto de niebla y apenas se atisbaba el color rojo. Menos mal que sí pudimos verlo bien cuando lo atravesamos, porque nos quedamos con las ganas de ver la típica postal de San Francisco. La niebla no nos dejó.

Después fuimos hasta el Golden Gate Park, impresionante el tamaño que tiene. A no ser que dispongas de mucho tiempo en San Francisco (cosa que nosotros no teníamos) estarás obligado a elegir lo que quieres ver, porque puedes echarte un día entero tranquilamente ahí dentro, ¡tiene como cincuenta manzanas de ancho! Nosotros nos limitamos a dar una vuelta no muy larga, lo suficiente para hacernos una idea de las dimensiones del parque.


Luego, saliendo por la calle Haight comenzamos nuestro tour por el barrio hippie de San Francisco, Haight-Ashbury, cuyo centro neurálgico es el cruce de estas calles. Fue muy entretenido pasear por estas coloridas calles y curiosear en las tiendas que te ibas encontrando. Había de todo, muchísimas de ropa de segunda mano, algunas con verdaderas joyas. También entramos a una curiosa tienda cuyo cartel rezaba que vendía cosas siniestras y "malrolleras" en general; menudo museo del horror, jajaja. Tenía ataúdes infantiles, animales disecados, fotos antiguas y mil porquerías más. También vimos la casa de los Grateful Dead y disfrutamos de la lección de arquitectura que te dan las magníficas casas que te encuentras a cada esquina. No te cansas de contemplarlas.


Seguimos andando para ver las famosas "Painted Ladies". En algunas guías decía que allí es donde se localizaba la casa de la serie "Padres forzosos" ("Full house" es el título original), de la que yo era una gran fan cuando era pequeña. No sé si es cierto, pero sí que merece una visita. Preciosas.


Seguimos andando hasta la zona de Civic Center y visitamos el Ayuntamiento que, aunque ha tenido que ser reconstruído en varias ocasiones por los terremotos, es muy bonito.


Nos volvimos andando a nuestro hotel, cerca de Union Square. ¡Estábamos muertos! ¡Qué paliza de andar!

Con todo y con eso, descansamos y rato y volvimos a salir. No podíamos perder nuestras últimas horas en San Francisco.





Imprimir

Luna de miel Polinesia-Costa Oeste: Alcatraz y San Francisco

viernes, 12 de octubre de 2012

El despertar del primer día en San Francisco fue un poco ajetreado. Teníamos que dejar el coche de alquiler antes de una hora concreta (bien tempranito), y luego irnos a Alcatraz, que habíamos reservado la visita aquí para ese día desde dos meses antes en el primer barco que sale. Total, que dejamos el coche, volvimos corriendo al hotel, nos tomamos rápidamente un café y un muffin allí y salimos pitando para coger algún transporte público que nos llevara. Era nuestro primer día en la ciudad y, como podréis imaginar, no dominábamos nada el sistema de transportes. Teníamos que coger una línea en concreto, pero menudo cacao entre autobuses, tranvías y el cable car (menos mal que ese sí se distingue). Al final cogimos el bueno, que era lento, lentísimo, menudo estrés. No obstante, llegamos a tiempo al pier 33 para coger nuestro barco.

Recomendación para ir a San Francisco en verano: Da igual el tiempo que haga diez kilómetros antes o después de la ciudad, el clima de San Francisco va a su rollo. Total, que lo mejor es ir como una cebolla, con manga corta o tirantes, chaqueta y pañuelo, para ir adaptándose. Lo mismo estás al sol y hace calor, que te acercas al mar y corre una brisa que pela.

En el barco y en Alcatraz hace bastante, bastante fresquito. Suele correr viento y es un poco desagradable, así que se recomienda llevar algo de abrigo. La cosa es que hacía un solazo en San Francisco, pero así estaba Alcatraz:



La visita fue muy interesante. El texto de la audioguía ha ganado premios, es muy chulo. Hablan presos que estuvieron en Alcatraz y te relata los motines. Las celdas dan cosita cuando te metes, una sensación bastante agobiante.


Nos partimos de risa en la tienda de recuerdos. ¡Venden de todo! Yo estuve a punto de comprarme el típico jarro de latón con el que hacían ruido pasándolo por los barrotes, jaja. Había reproducciones de los cubiertos y los uniformes de los presos. Vendían hasta piedras que, juraban, eran de Alcatraz, jajaja. Muy curioso.

Eso sí, las vistas desde Alcatraz son muy bonitas. Sobre todo cuando no hay niebla :(

A la vuelta nos fuimos a Fisherman's Wharfa dar una vuelta y comer. No me lo esperaba así, la verdad, aquello es un parque temático. Ya sabía que iba a ser demasiado turístico, pero es que era como una feria. Igualmente, hicimos la turistada de comernos el clam chowder en el sitio más famoso, la panadería Boudin. Estaba bueno, pero lo había igual y mucho más barato en otras zonas del muelle. Aquí recorto al monstruo de las galletas para que salga bien el clam chowder:


Estuvimos paseando y curioseando tiendas y luego nos fuimos a ver a los famosos leones marinos. Decían que en esa época no había muchos, pero vamos, a nosotros nos parecieron suficientes, jaja:


La verdad es que nos cundió bastante el día. Nos tenía que cundir porque sólo teníamos dos y medio. Paseamos por todo el muelle, fuimos a la plaza Ghirardelli y a Lombard Street a ver cómo se las apañaban los coches para bajar por una de las calles más empinadas del mundo.

Nos cruzamos con el cable car, pero desistimos de subir por las colas. Nosotros solemos andar bastante. Nos pateamos las ciudades cuando vamos de viaje, estamos acostumbrados. La cosa es que la orografía en San Francisco jugaba en nuestra contra. Veíamos el plano y pensábamos "Volvemos andando, si está ahí al lado", pero no contábamos con las cuestas. ¡Deberían poner curvas de nivel en los planos de San Francisco! Acabamos hechos polvo y al día siguiente con agujetas.


Igualmente, nos volvimos andando y nos alegramos; siempre ves muchas más cosas. Atravesamos Chinatown, que es el más grande de EE.UU.

Estuvimos descansando en el hotel. Luego salimos a cenar a alguno de los sitios que nos habían recomendado y hasta el día siguiente.



Imprimir

Luna de miel Polinesia-Costa Oeste: el Big Sur y llegada a San Francisco

jueves, 11 de octubre de 2012

Por la mañana dejamos atrás San Luis Obispo y unos kilómetros después nos adentramos en el Big Sur por la Carretera Escénica Uno (la uno para los amigos). Son unos 150km de costa entre San Simeón (donde está el castillo de Randolph Hearst, al que nos acercamos aunque no entramos) y Carmel.

Dicen que es una de las carreteras más bonitas del mundo. Nosotros eso no lo sabemos porque nos quedan muchas más que ver, pero sí podemos decir que era espectacular. Era curioso el cambio de clima entre el interior y la costa. En el interior, cuando íbamos pasando entre viñedos y fincas agrícolas, hacía un perfecto día de verano; pero si te acercabas a la costa entraba una niebla fría y húmeda desde el Pacífico que bajaba en muchos grados la sensación térmica.

En este tramo lo más bonito son los acantilados y las playas. Algunas están muy escondidas, pero por eso tienen más encanto. A nosotros lo que más nos gustó fueron los elefantes marinos.

Yo iba de copiloto guía en mano leyendo que no era muy buena época para verlos y resignándome a quedarnos con las ganas. En esto que vemos gente a un lado de la carretera, paramos el coche y nos acercamos a la costa. ¡Increíble! Había un grupo en el agua liándola. Se veían un poco lejos, pero estábamos contentísimos. Lo mejor fue que había otro grupo de gente más adelante, nos acercamos y los teníamos justo en frente, mucho más cerca. Los podías observar durmiendo al sol y tirándose arena encima.


Pasamos por un pueblo llamado Gorda, donde paramos a petición de unos amigos que habían estado el año anterior, jaja.


La verdad es que el entorno era precioso.


Te quedabas embobado a cada curva y queríamos parar para hacer fotos a cada momento, pero el tiempo apremiaba, queríamos llegar a tiempo a San Francisco para poder visitar el parque nacional de Muir Woods.

No obstante, hicimos una parada en Carmel-by-the-sea, un pueblito precioso del que fue alcalde durante dos años Clint Eastwood. Lo más interesante que ver es la misión de San Carlos, fundada por Junípero Serra en 1770 y muy cuidada y bonita. También merece la pena dar una vuelta por sus calles, todas uniformes y preciosas, con casas realmente bonitas y con tiendas monísimas en las que cotillear. Parece todo salido de un cuento.

La siguiente parada era obligatoria, jajaja, ¡el outlet de Gilroy!. Gilroy es un pueblito pequeño famoso por los ajos. Allí todo tiene que ver con el ajo. Te recibe el típico cartel de bienvenida de los pueblos en EE.UU. con un ajo enorme con carita. Pero nosotros, está claro, no fuimos allí por los ajos, fuimos para entregarnos al consumismo. Esta vez teníamos menos tiempo y no arrasamos tanto como en el outlet de Nueva Jersey, pero vaya, no se nos dio mal.

Salimos de allí pitando rumbo a San Francisco. De camino nos encontramos con bastantes atascos, pero no llegamos mal de hora. Como queríamos ir a Muir Woods, teníamos que atravesar el Golden Gate. ¡Qué pasada! Había algo de niebla (¿cómo no?), pero pudimos disfrutar de las vistas. Pasamos por delante de Sausalito y Tiburón, preciosas, y nos fuimos directamente para el parque.

Llegamos cuando quedaba poco tiempo de luz, pero pudimos dar una vuelta y ver lo que habíamos venido a buscar: ¡secuoyas!


La verdad es que pensábamos que iba a ser un poco más salvaje, pero el parque estaba muy bien cuidado, con pasarelas de madera para no alterar el medio. Fue realmente impresionante.

De vuelta a San Francisco ya se nos hizo completamente de noche. Antes de ir al hotel subimos a Twin Peaks para contemplar las vistas, pero siendo noche cerrada y con mucha niebla, todo desierto y con esa carrtera empinada y llena de curvas, aquello parecía más una película de terror. No obstante, la panorámica mereció la pena.

Después nos fuimos para el hotel. Preguntamos si podíamos aparacar en la calle, pero en la recepción nos dijeron que ni se nos ocurriera. Lo más normal es que se llevase el coche la grúa. La verdad es que las señales de apacarmiento eran crípticas. Sólo se podían aparcar días muy concretos a horas señaladas y a los tres metros cambiaba totalmente el criterio, un lío. Total, que dejamos el coche en el hotel y nos olvidamos. Bajamos a cenar algo por el barrio y nos retiramos, que el día había sido muy largo.

Imprimir

Luna de miel Polinesia-Costa Oeste: del Paraíso a la realidad. La Costa de Los Ángeles

miércoles, 10 de octubre de 2012

La última mañana en Bora Bora estuvimos en la playa y a mediodía nos recogieron en el hotel para llevarnos al aeropuerto. Menos mal que no vinieron a tocar el ukelele para despedirnos en el muelle, porque si no, me habría echado a llorar. Cogimos un vuelo de vuelta a Papeete, donde íbamos a estar unas horas para conocer la ciudad antes de tomar nuestro vuelo a Los Ángeles. La pena es que era domingo y había poco que hacer. La ciudad no es muy grande. Queríamos ir al mercado, pero estaba cerrado. Nos resignamos a pasear y esperar la puesta de sol en el puerto, menos mal que no nos defraudó.

Puesta de sol en Papeete

Después nos fuimos a cenar a las famosas roulottes. A partir de las 8 de la tarde o así empiezan a parar en el puerto de Pappete autocaravanas que son restaurantes de todo tipo. Montan sus mesas y comienzan a cocinar. Las hay de todo tipo, aunque abundan las de comida china, italina, japonesa y polinesia. Es muy curioso ver cómo tienen montadas auténticas cocinas ambulantes. Nosotros nos tomamos unas pizzas y poco después nos recogieron para ir al aeropuerto. Hasta siempre, Polinesia.

Llegamos por la mañana a Los Ángeles, donde habíamos alquilado un coche. Fuimos a recogerlo al rent a car y salimos hacia la costa. Toda una experiencia conducir por las calles de los Ángeles. La primera parada fue en Manhattan Beach. La estampa parecía salida de "Los vigilantes de la playa".


Esa noche teníamos el hotel en San Luis Obispo, así que fuimos por la carretera de la costa parando en muchos sitios.

La siguiente parada fue en Venice Beach. El ambiente es una pasada. Puedes encontrar cualquier cosa, empezando por las típicas rubias operadas patinando o paseando perritos. Todo está lleno de puestos, tiendas, artistas callejeros. El ambiente es realmente chulo.


Eso sin hablar de la famosa Muscle Beach, un gimnasio al aire libre lleno de petados flipados, jaja.


Después paramos en Santa Mónica. Estuvimos dando una vuelta por el muelle, el parque de atracciones y los puestos callejeros y nos comimos nuestra primera hamburguesa en el estado de California, jaja (que, siendo sinceros, tampoco fue para tirar cohetes). Luego fuimos al centro de compras a Third Street Promenade y nos resarcimos de la mediocre hamburguesa con un super batido en el Johnny Rockets, rememorando el de mil y pico calorías que nos tomamos en Nueva York el año anterior en South Street Seaport. Esta vez compartimos uno para los dos, no queríamos morir...

Ya tocaba salir para San Luis Obispo porque se hacía tarde y nos quedaba todavía un trecho. Pasamos por Malibú y luego nos metimos en el parque nacional Los Padres, en el que nos anocheció. Estuvimos todo el camino bromeando con encontrarnos un oso y, cuando ya casi íbamos a salir, nos tropezamos con un ciervo que apareció en medio de la nada. ¡Menudo susto! Sin más percances llegamos al motel de San Luis donde pillamos wifi por primera vez en todo el viaje. Tuvimos entretenimiento para rato contando a nuestros amigos y familia lo bien que lo habíamos pasado en Polinesia.

Intentamos no obstante no acostarnos muy tarde, después de pasar la noche anterior en el avión estábamos hechos polvo y de nuevo con jet lag.