Marruecos: la impresionante Fez

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Y por fin, desde Meknés, llegamos a Fez. Era nuestro último día en Marruecos y había que aprovecharlo.

Habíamos contratado los servicios de una guía profesional, la primera después de muchos espontáneos. Como sólo disponíamos de unas horas (desde media mañana hasta la tarde) nos centramos en la medina, en Fez el-Bali o la ciudad vieja.

Lo primero que te cuentan es su extensión: es el espacio peatonal más grande del mundo. Está formado por más de 9.400 calles, algunas minúsculas y con un trazado caótico. En resumen, un guía para conocerlo no es ningún capricho (y tampoco es caro, alrededor de 30€ un día completo para todo el grupo).

Entramos por la puerta Bab Bou Jeloud, la más importante. Enseguida se estrecha la vía y se acumulan a ambos lados puestos repletos de todo.

La primera parada fue en la medersa o madraza Bou Inania. Realmente impresionante por su belleza.



Continuamos callejeando por este laberinto y nos faltaban ojos para ver todo lo que se mostraba ante nosotros. Había muchísima gente y bullicio, y apenas se podía circular por algunas calles, pero a cada esquina descubríamos algo insólito.


Visitamos el zoco de los ¿cómo llamarlos? "tronos" para las bodas. Es algo que yo no había visto nunca, porque no he asistido a una boda musulmana, pero se estila que los novios disfruten de su fiesta sentados en estas cosas, mientras más recargadas y brillantes, mejor. Pero bueno, cada uno tiene sus costumbres... Lo que sí me gustó mucho es conocer paso por paso toda la ceremonia de la boda, que la guía amablemente nos explicó.


Nos llevaron también a un funduq o fonda del siglo XVIII donde hoy día está el Museo de la Artesanía de la madera. Ha sido recientemente restaurado y se nota, está impecable. Desde arriba se pueden contemplar unas buenas vistas de la medina sembrada de antenas parabólicas.


En la medina, todo está dividido por zocos. Se componen de una o varias calles especializadas en el comercio de algún producto. Las hay de joyería, de cerámica, de tintes, de hojalata, etc. Es muy conocida la plaza Seffarine, donde se reunen los caldereros.

Pero lo que más ganas tenía de conocer desde que pisé Fez eran las curtidurías. Constituyen la estampa más pintoresca y conocida de Fez, y realmente no debes perdértelas. Cuando vas caminando por la medina, tu olfato es el que te dice que están cerca. Son conocidas por el olor nauseabundo que desprenden.

La más conocida es la de Chouwara. Puede contemplarse desde las numerosas terrazas con las que cuentan las tiendas de artículos de piel. Nosotros entramos a una de ellas, y lo primero que hicieron fue darnos una rama de menta (¡ay, la que nos esperaba!). Subimos por una escalera muy estrecha hasta llegar al piso superior, que se abría al exterior. Ante nosotros se abría un panorama increíble:


Confieso que esta estampa me impresionó profundamente. No podía dejar de mirar (ni de oler, desgraciadamente). El hedor es insoportable aunque, afortunadamente, viene por rachas, así que da un "respiro" entre una y otra.

Comprobar las condiciones en las que trabaja esta gente es sobrecogedor. Se pasan horas aguantando ese olor metidos hasta la cintura en cubetas de tinte y de sustancias de todo tipo para curtir las pieles, que van llegando a lomos de burros.


Allí te explican los diferentes tratamientos que tienen las pieles hasta convertirse en cuero, y pueden distinguirse por el color de las cubetas. Las hay con cal, con varias sustancias como excrementos de paloma y orina de vaca para ablandarlas e hidratarlas y con tintes naturales de muchos colores. Ya no tenéis que preguntaros más por qué huelen tan mal los artículos de piel procedentes de Marruecos.


Después de este inolvidable espectáculo, continuamos paseando por la medina, entrando en puestos y viviendo este ambiente. Aficionados a la fotografía como somos, disfrutamos muchísimo ante las posibilidades que nos ofrecía este enclave tan particular.


Desde luego, se puede decir que Fez es una experiencia para todos los sentidos. Altamente recomendable.




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Marruecos: visita exprés a Meknés

lunes, 26 de noviembre de 2012

Debido al accidentado viaje que ya os relaté aquí, llegamos bastante más tarde de lo que pensábamos a Meknés, por eso nuestra visita fue muy breve.

Al aparcar cerca del riad donde nos hospedábamos nos salió otro guía espontáneo que nos ofreció sus servicios. Como teníamos muy poco tiempo para visitar la medina, no nos pareció mal, así que fijamos un precio y quedamos con él para un rato más tarde.

Nos alojamos en el Riad Yakout, muy cerca de la medina.

Nos gustó mucho este sitio. Había sido reformado hace poco y la decoración era preciosa. La comida también estaba muy bien y su localización era inmejorable.



La medina la vimos con muy poca luz. Fue una pena, porque la ciudad entera fue declarada patrimonio mundial de la Unesco y tuvimos muy poquito tiempo para verla. El guía nos enseñó muchos rincones,entre ellos mezquitas, hornos de pan y hammams, que suelen estar cerca unos de otros, como nos explicó. También nos llevó a la cooperativa de fabricación de kilims, donde compramos un par de ellos, preciosos.

Después estuvimos en el mercado, que sí estaba bien iluminado. Fue fascinante la aglomeración de puestos, gente, olores y cosas diferentes que se vendían por allí. Nos llamaron especialmente la atención los encurtidos y las especias.



A la mañana siguiente, antes de salir para Fez fuimos a visitar el Mausoleo de Mulay Ismael, sultán que en el siglo XVII convirtió a Meknés en una de las ciudades más bellas y poderosas de Marruecos. Es realmente bonito, y por ser una tumba, puede entrarse a la mezquita, aunque no a la zona de oración.



También vimos la célebre puerta de Bab Mansour, junto a la plaza principal de Meknés, El Hedime.


Nos dio tiempo a dar una vuelta corta por la medina ya de día y a poco más, porque teníamos que salir para Fez, sólo disponíamos de ese día para verla.

Nos quedamos sin ver las ruinas romanas de Volubilis, a unos treinta kilómetros de la ciudad. Ya no podíamos abarcar más, así que lo dejamos para la siguiente escapada a Marruecos.







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Marruecos: de la garganta del Todra a Meknés por caminos de cabras

viernes, 23 de noviembre de 2012

El título del post ya lo dice todo. De esta parte del camino apenas tenemos fotos, supongo que porque teníamos preocupaciones más importante como no matarnos...

Como ya mencioné aquí, el dueño de la maison d'Hote Panorama tuvo a bien recomendarnos una ruta alternativa para llegar desde Tinehir a Meknés. Nosotros ya teníamos planificada una: retroceder por la carretera nacional y subir pasando por Errachidia, Midelt y Azrou. Supuestamente esto nos llevaría unas seis horas. Era dar un poco de rodeo, pero merecía la pena porque cogíamos mejores carreteras.

Sabiendo que teníamos un camino largo por delante, le pedimos al buen hombre que nos sirviera el desayuno tempranito. Él, muy optimista, nos dijo que no hacía falta porque por la ruta que nos iba a recomendar, en tres horas y media o cuatro como mucho, estábamos en Meknés. Ilusos de nosotros, le creimos (quién iba a pensar que todo este rollo era porque no le apetecía madrugar).

Total, que salimos de Tihehir rumbo de nuevo a la garganta del Todra, que atravesamos y continuamos. La carretera en el mapa parecía peor que una comarcal, pero como de ningún cobarde se ha escrito nada, tiramos "palante".

Podemos seguir refiriéndonos a ella como carretera para entendernos, pero llamarla así sería hacerle un gran favor. Había tramos en los que sólo quedaba un metro y medio de asfalto (lo justo para dejarlo en medio de las ruedas). En otros no había nada directamente.

Otro factor a tener en cuenta es que había llovido muchísimo días atrás, con lo cual, se habían desbordado ríos y arroyos, o se habían desprendido piedras por las laderas. !Muy divertido! Eso por no hablar por los rebaños de cabras, ovejas y dromedarios que se nos cruzaban por todas partes.

Este hombre nos dijo que había un tramo que estaba regular, pero que no tendríamos problema. Claro que regular para ellos y para nosotros respecto a carreteras no es lo mismo, eso lo comprobamos más adelante.

Resumiendo, que atravesamos toda la cordillera del Alto Atlas por carreteras inexistentes y en muy malas condiciones. Menos mal que llevábamos un 4x4 porque no sé cómo habríamos salido de muchos de los escollos que tuvimos que atravesar. El peor momento fue en todo lo alto de la montaña, con un precipio a nuestra izquierda, pared desprendida a la derecha, carril para un sólo vehículo y camioneta de frente. ¡Aún no sé cómo salimos de allí!

Cuando pasamos todo esto vimos en el mapa un tramo de la carretera marcado con cuadros blancos y negros. "¿Qué significarán estos cuadritos?". Miramos la leyenda del mapa y nos dice que es Carretera muy peligrosa. "¡Ahhhh, claro, que veníamos por una autopista de cinco carriles!". Resulta que aún nos quedaba por pasar el peor tramo. A todo esto se une la conducción de los marroquíes. Quien haya estado alguna vez por allí seguro que lo recuerda. ¡Qué poco aprecio por la vida tienen estas criaturas!

Está claro que sobrevivimos a todo esto y que las tres horas y media se convirtieron en más de ocho horas, pero ya pasado, he de reconocer que fue toda una experiencia.

Vimos paisajes y sitios que nunca habríamos imaginado. Descubrimos que Marruecos tiene zonas muy verdes, cruzadas por numerosos ríos, fértiles valles y montañas increíbles. Pasamos por áreas en las que no había absolutamente nada en kilómetros a la redonda. Atravesamos pueblecitos sin luz ni agua corriente donde los niños nos miraban como si fuésemos extraterrestres. Comarcas enteras en las que el tiempo se había detenido siglos atrás. Las mujeres lavaban a mano en los ríos, los hombres araban con burros sus tierras, los niños de corta edad trabajaban y los días eran iguales unos a otros.

Desde luego, ésta sí que fue una incursión en el Marruecos profundo, el que no sueles ver en las rutas organizadas. Una aventurilla de la que ahora tenemos muy buen recuerdo. ¡Pero cuánto nos acordamos del dueño del hostalito y de toda su familia durante el trayecto!



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Marruecos: la garganta del Todra

martes, 20 de noviembre de 2012

Dedicamos un día a esta zona y realmente mereció la pena. Desde Merzouga tardamos sólo unas horas en coche. Llegamos a Tiheghir (lo he visto escrito de mil maneras diferentes: Tinehir, Tinerhir...) que es la población más cercana y donde teníamos el alojamiento. Está en un inmenso valle con unas vistas impresionantes al palmeral y a las kasbahs abandonadas que quedan al fondo.


Es una zona bastante conocida y hay varias opciones de alojamiento. Nosotros elegimos la maison d'Hote Panorama porque conocíamos a gente que ya había estado.

Es un sitio bastante modesto, aunque con aspecto medianamente cuidado. Se podría definir como pintoresco.


Lo mejor de todo eran las vistas:


Nos dieron las mejores habitaciones, las que daban hacia el palmeral, las podéis ver en la web. El principal problema que tienen es la falta de intimidad, porque el baño está dentro separado con una cortinilla. El dueño es amable y atento, aunque mejor no hacerle caso cuando os dé recomendaciones de rutas para salir del pueblo hacia Meknés, pero eso es otra historia. Y, aparte de eso, la comida no está mal y el sitio es de lo mejor que se puede encontrar por allí.

La zona más espectacular de la garganta no queda lejos del pueblo, a escasos kilómetros. La carretera pasa por medio, así que se puede dejar el coche a un lado y pasear por allí contemplando las inmensas paredes de roca que originó el río Todra.



El tramo más bonito es el primero. Puedes seguir adelante, pero va abriéndose poco a poco y ya no es tan espectacular. Eso sí, la carretera empeora por momentos.

Desde Tinheghir se puede visitar también el inmenso palmeral. Hay que decir que gana desde lejos, por dentro ves que está bastante descuidado, pero hay tramos muy bonitos:



Hay muchos cultivos entre las palmeras, y la temperatura desciende unos cuantos grados en cuanto empiezas a adentrarte. Si lo atraviesas, llegas a una de las tres o cuatro kasbahs abandonadas que se ven enfrente:


La kasbah a la que fuimos no estaba lejos de la maison d'Hote, pero era un poco lioso llegar a través del palmeral. Estábamos dando vueltas cuando nos salió un guía espontáneo que nos llevó. Al principio no estábamos muy contentos con la idea, pero lo cierto es que no habríamos llegado sin su ayuda. Este procedimiento es bastante corriente. En Marruecos nunca te va a faltar un guía donde quiera que vayas. Que sea capaz de comunicarse contigo o que tenga más o menos información ya es cuestión de suerte. Eso sí, nada es gratis en este país, jajaja.



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Marruecos: el desierto de Erg Chebbi III

domingo, 18 de noviembre de 2012

No imaginaba que el desierto iba a dar para tanto, pero con esta entrada terminamos. Al final del día teníamos prevista otra excursión: coger los dromedarios por las dunas para ver atardecer.

Nosotros ya habíamos hecho una excursión parecida en Túnez, pero esta fue especialmente bonita.


Montar en dromedario no es que sea muy cómodo, pero tiene su encanto. Estás bastante lejos del suelo con lo cual, el miedo a caer es mayor, pero luego ves que son unos animales muy tranquilos y que no dan ningún problema.

Los guías eran unos chavales encantadores que nos hicieron unas fotos preciosas durante el camino.

Avanzamos adentrándonos en el desierto y paramos en un sitio donde dejamos a los dromedarios y subimos a una duna para ver atardecer.


Era impresionante estar rodeados de dunas que iban cambiando de color conforme iba cayendo el sol.


La arena era muy suave y era una delicia estar por allí tirado y revolcarse, jaja. Además, no nos cansábamos de hacer fotos. Miraras a donde miraras, todo era una postal.


Lo mejor de todo era la tranquilidad y el silencio que reinaba, tan solo perturbada por algún 4x4 que pasaba por allí. Asistir a la puesta de sol fue un espectáculo sobrecogedor.


Cuando el sol se escondió nos fuimos de vuelta a la kasbah. Para recuperarnos del intenso día teníamos cita para el hamman del Tombouctou, justo al lado del nuestro. Una experiencia muy recomendable.

Al día siguiente salimos temprano de camino a Tinehir.






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Marruecos: el desierto de Erg Chebbi II

viernes, 16 de noviembre de 2012

Cuando llegamos a la kasbah nos informamos de las excursiones que se podían hacer por allí. Nos decidimos por una ruta en 4x4 alrededor del desierto y entrando para subir algunas dunas. Incluía algunas paradas más que os iremos mostrando foto a foto.

Primero fuimos a ver un lago salado. Había un 4x4 que se había acercado demasiado y acababa de quedarse clavado por allí. Era precioso el contraste del agua con las dunas:


Después continuamos con la rutita y paramos en unas dunas a tomar un refrigerio y pasear un poco.


El guía no hablaba ni palabra de español (cosa rara por aquellas tierras porque lo hablaba todo el mundo), así que lo que es explicar, no explicó mucho, pero nos reímos bastante. Insistimos en subir algunas dunas, aunque normalmente no lo incluye la excursión porque corres el riesgo de quedarte clavado en la arena. Nos hizo caso y se entusiasmó bastante.

Después nos llevaron a una jaima y un techado en mitad del desierto para que viéramos cómo se prepara la llamada "pizza bereber", que es una receta tradicional de pan relleno de carne condimentada. La idea estaba bien. Estábamos en una mesa a la sombrita tomando té (cómo no, en Marruecos te ofrecen té vayas donde vayas) y había por allí un señor que nos hizo la "pizza" en directo. Muy entretenido.






El problema es que pretendían que comiéramos a las 12 de la mañana, y después de los desayunos que nos pegábamos y el picoteo de fruta de un rato antes, mucha hambre no teníamos, así que la envolvieron y la guardaron para el final de la excursión. A mí no me entusiasmó, la verdad, no me gusta nada el cordero y menos la cabra, pero buena pinta tenía, eso hay que reconocerlo.

Después fuimos a ver unas minas de donde extraen piedras con fósiles, que son muy abundantes en la región. El paisaje era sobrecogedor, sólo piedra en muchos kilómetros a la redonda, pero lo más impresionante era ver en qué condiciones trabaja esta gente.


De allí sacan numerosos fósiles con los que hacen maravillas que se pueden encontrar por toda la región.

Después de esto nos llevaron al llamado "Pueblo negro" formado por habitantes de Mali que fueron acogidos en Marruecos. Allí asistimos a sus danzas y cánticos tradicionales disfrutando de otro té.


Después fuimos a un palmeral y allí concluyó nuestra excursión. Nos volvimos a la kasbah a disfrutar de la piscina y descansar.




















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Marruecos: el desierto de Erg Chebbi I

jueves, 15 de noviembre de 2012

Lo prometido es deuda, así que estamos de nuevo por aquí para contaros cositas del viaje a Marruecos.

El objetivo principal del viaje era ir al desierto, que era lo que más ilusión nos hacía, así que fue la primera parada. Hicimos dos noches en Merzouga, que es la localidad más cercana al desierto de Erg Chebbi.
Por allí nos alojamos en una kasbah, supuestamente una construcción defensiva en origen, convertida en albergue (aunque para mí que esta era nuevecita, jaja), de nombre Merzouga, como el pueblo. Hacía poco que lo habían inaugurado y estaba bastante bien.


Las habitaciones eran grandes y bonitas:


Y tenía piscina, lo cual es de agradecer en medio del desierto, incluso en noviembre:


Alojamientos como este hay muchos en Merzouga. Quizá el más conocido sea el Tombouctou, del grupo Xaluca, situado justo al lado del nuestro. Este sí es más famosillo, pero hay algunos que no se pueden encontrar en la web, como el nuestro. Nosotros supimos de él a través de personas que ya habían estado allí.

El Merzouga era pequeño, unas siete u ocho habitaciones, así que estaba muy tranquilo y nos trataron bien. La comida también era buena, sobre todo los desayunos.

Hay más posibilidades de alojamiento en pueblos cercanos, como Rissani, pero nosotros queríamos estar lo más cerca posible del desierto. Tan cerca que la parte de atrás de nuestra kasbah tocaba ya con las primeras dunas, lo que es una gran ventaja para ir al amanecer (podías escaparte en pijama, vamos); un espectáculo maravilloso.


Erg Chebbi es el único desierto de dunas de arena que hay en Marruecos. Su extensión es bastante limitada. De hecho, puedes rodearlo en coche y no se tarda demasiado. Si bien en él no tienes la impresión de desierto inmenso que no se acaba como se tiene en el Sáhara, compensa su belleza, el color rojizo de su arena y el contraste impresionante con el terreno que lo rodea, una extensión de negro basalto.


La temperatura por allí era muy buena. Unos 29 o 30 grados a mediodía, y algunos menos al anochecer. Noviembre-diciembre es temporada alta en el desierto, sobre todo Nochevieja, que ahora está de moda celebrala por allí y pasar la noche en jaimas entre dunas.

En contra de lo que pueda parecer, en el desierto hay muchas cosas que hacer, pero eso lo dejamos para el siguiente post.











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