Luna de miel Polinesia-Costa Oeste: Moorea III

sábado, 6 de octubre de 2012

El segundo día en Moorea volvimos a despertarnos muy temprano, pero esta vez no me conformaba con ver el amancer desde la playa, quería bañarme. Nos cambiamos y salimos corriendo a la playa (totalmente desierta) y nos metimos en el agua, que estaba templadita. Desde dentro, vimos aparacer el sol entre nubes y palmeras. Una maravilla imposible de describir con palabras:


Nos pegamos una ducha con agua calentita en las duchas de la playa -que estaban hechas de madera y totalmente camufladas- y nos fuimos otra vez a ponernos hasta arriba en el desayuno. Era una maravilla, porque la bollería era francesa, con unos croissants y pain au chocolat increíbles, variedad de quesos, etc.; luego tenían zumos de frutas exóticas y mermeladas de piña, plátano, tiaré y piña con vainilla (esta última estaba tan buena que no nos resistimos a comprarla en la excursión). Aparte de todas las cosas típicas en los bufet de desayuno. ¡Una gozada para unos "zampabollos" como nosotros!

La mañana la echamos tomando el sol en la playa, haciendo snorkel (no te cansabas de ver peces de colores) y haciendo paddle surf. Picamos algo en el bar de la playa (después de nuestros superdesayunos no necesitábamos mucho) y nos fuimos a la piscina por la tarde.

Esa noche, lá última, nos dieron mesa para cenar en el muelle. Estaba todo iluminado y, como el agua era transparente y el fondo claro, vimos pasar todo tipo de peces, hasta una manta. ¡Fue increíble! El entorno, la música, la comida (y, por supuesto, la compañía) era todo perfecto. Todo, salvo que al día siguiente nos teníamos que ir de allí. Menos mal que la pena se compensaba con el destino siguiente: ¡¡Bora Bora!!

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